lunes, 13 de octubre de 2014

MADRID VALENCIA NON STPOP. 400 KILÓMETROS SOLIDARIOS

Una nueva aventura comenzaba el pasado miércoles, la de intentar unir la capital de España con la de la Comunidad Valenciana. Más de 400 kilómetros para unir Madrid y Valencia en un día tan señalado como el día de la Comunidad Valenciana.


Un reto que no iba a ser fácil. A la dificultad de los kilómetros y las horas, se iba a sumar la del sueño. El miércoles tocaba levantarse, ir a trabajar, una pequeña siesta, y sin más descanso partir hacia Madrid para empezar a pedalear justo al llegar. Por tanto, íbamos a empezar un reto de esta envergadura y sin dormir.


Pero todo pintaba bien. A las 20:00h salí de Guadassuar para recoger a mi hermano Jordi y su cuñado en Cullera, ellos serían mis ayudantes durante todo el recorrido. Y a las 20:30h partíamos hacia Madrid, con una luna espectacular. Mucho hablamos de la luna que nos iba acompañar, ya que el cielo estaba raso y con una luminosidad que podías ver el paisaje a kilómetros.


Poco después de la 1 de la madrugada, de ya el 9 de octubre, llegamos a Madrid. Aparcamos cerca de la Puerta del Sol y aquí iba a empezar este nuevo sueño.


Pero por sorpresa se pone a lloviznar. Yo pensé que sería una nube pasajera, pero que engañado estaba. Preparamos las bicis, nos cambiamos y nos dirigimos rápidos al km0 para comenzar.

Pero ya cuando subo a la bicicleta me doy cuenta que esto va a ser muy peligroso. Las ruedas resbalan por las aceras, pero también por el asfalto y por las rejas de hierro para evacuar el agua que hay en las calles. Todo esto me pone nervioso para la salida de Madrid. 

Decidimos que mi hermano me acompañara hasta Arganda del Rey para ayudarme en la salida de Madrid a tener más visibilidad. Finalmente me acompañó hasta allí, pero también ese fue el final de su reto desgraciadamente. 

Partimos del km0 sin apenas poder disfrutar un poco de Madrid, parecía todo una pista de patinaje. Pasamos por el Congreso de los diputados, Neptuno, Atocha... y ya directamente hacía Vallecas. Pero las ruedas resbalando muchísimo. Al dejar Vallecas mi hermano ya se fue por los suelos, primera caída, pero con pocas consecuencias; revisar bici y continuar.

Pero al poco vino la caída fuerte. Al salir de una rotonda le escucho por el suelo otra vez. Me giro y le grito para que se levante rápido. A las 2 de la madrugada un coche no va a pensar encontrar un ciclista en el suelo al salir de una rotonda. Pero pronto veo que esta caída a sido peor. Cuando le enfoco en la luz le veo con la nariz en sangre, me dice que le duelen mucho las muñecas, y que se ha dejado medio diente en el suelo. Encima la cadena de la bici se retuerce de manera que nos es casi imposible ponerla al sitio. Muy dolorido valoramos si parar e ir al hospital, pero yo ya sabía que el no lo haría, pensaba más por mí que por el mismo. Pero encima, el coche de apoyo en ese tramo no nos había seguido. Me dice que vaya yendo yo, pero como, no podía ser, el seguimiento lo llevaba yo y solo le podían encontrar si yo me quedaba a su lado.

Después de unos minutos conseguimos arreglar la bici y decidimos seguir hasta Arganda. Una intensa lluvia nos acompaña y encima las bicicletas apenas frenan. Se que estaba pasándolo muy mal, pero también se que estaba haciéndolo por su hermano y que iba a continuar le costara lo que le costara.

Finalmente llegamos a Arganda y el se queda a esperar a Voro y la furgoneta. Decidimos que yo continúe sólo. Se que a él le preocupa, y a mi también, pero aún nos quedan muchísimos kilómetros y no podemos perder tiempo.

Casi tres horas pase sólo en este tramo, por carreteras que no circulaban ni los caracoles. Este fue el peor tramo, ya que te encuentras solo y sin una posible ayuda, que tardaría en llegar si fuera necesario. Pero además me quedé sin agua, y después de llamarles a ver lo que sucedía, tampoco sabía el estado de mi hermano, la batería de la luz delantera se estaba terminando.

Poco después ya nos reencontramos y pude recargar los bidones y comer. Decidimos seguir y ellos ahora ir siempre detrás mio. Pero vuelve la lluvia con más fuerza, y encima el terreno que vamos es el más duro de todos. Pasé mucho frío, pero no podía parar, los músculos estaban calientes y había que seguir. Muy duro y muy peligroso ir así con la bicicleta, por lo que les pedí que vinieran justo detrás de mí con las largas puestas para poder tener más visibilidad. Pero ya no podía más del frío, los pies empapados y las manos heladas; cambié los guantes por los de mi hermano y esto me quito un poco todo el helor.

Poco más tarde les pregunto que hora era. Me dicen las 7:20h. Puf, al menos pronto será de día. Y con el día desapareció la lluvia y fue todo mejor. Decidimos que ya no me acompañen detrás, sino que vayan haciendo camino y esperándome en algún sitio, ya es de día y no hay tanto problema. De todas formas, en toda la noche no vimos más de cuatro coches por las carreteras.

Una carretera de sube y baja, pero sin pueblos; pero pronto estábamos pasando el embalse de Alarcón, y en nada me encontraría con Dani Fuertes que me acompañaría los 180 últimos kilómetros. Después de quedarme otra vez sin agua, y con hambre, me esperan en una rotonda donde ya me encuentro con Dani. Mi hermano esta fatal de las manos y decide que irán a por el para ir al hospital, por lo que Voro se quedaría sólo acompañándonos. Que gran trabajo hizo, ya que se paso casi 24 horas conduciendo.

Cambio de ropa y a continuar. Seguimos por un continuo sube y baja, pero la compañía de Dani y el cuerpo acompañaban para seguir a buen ritmo.

En unas horas más llegamos al embalse de Contreras. Allí terminaba ya lo más duro, ya que solo faltaría subir el puertecito después del pantano y ya sería todo cuesta bajo y con viento a favor.

Y a partir de aquí, ya sólo era cuestión de tiempo. El cuerpo estaba perfecto. Las piernas también, aunque no había que forzar lo más mínimo por si acaso.

Al final, poco a poco, nos acercamos a Valencia y al final de nuestro reto, la Ciutat de les Arts i les Ciències.

17 horas y 21 minutos después de la salida conseguimos el reto de unir Madrid con Valencia. Muy contento por haber conseguido otro de los sueños. Pero preocupado porque todos ellos los estoy terminando muy bien. Esto me dice que preparo bien todas las cosas que intento realizar, pero a la vez, me da más ganas de intentar cosas más difíciles.

Pero de lo que más satisfecho estoy es que gracias a mi esfuerzo hay unos niños y mujeres que van a tener un futuro un poco más esperanzador. Seguro que continuaré colaborando con la Fundación Carpio-Pérez y con Un Kilómetro Una Sonrisa en el futuro. Ellos ya han forman parte de mi vida, al igual que Nalutori. 

¿Y quién es Nalutori?. Pues es el niño que me dio ánimos desde Tanzania para que pudiera tener fuerzas y sobreponerme a los contratiempos de esta aventura. Ese trozo de papel con mi nombre siempre estará en mi mente y mi recuerdo.

Y gracias a mi hermano por estar siempre ahí ayudándome en todos los retos, no te preocupes que la suerte un día nos dejará terminarlos juntos. A Voro por su espectacular trabajo de apoyo durante casi 24 horas, que sorpresa nos diste en Godelleta. Y a Dani, que siempre que puede está a mi lado para ayudarme y animarme en realizar estos sueños, muchos de ellos que hemos vivido juntos.

La vida es sueño. Vívelos. Ve a por ellos. ¿Pero si encima consiguiendo los tuyos haces que otros puedan soñar?, esto ya es más que vivirlos.

Nalutori, te debo un folio y un bolígrafo. Espero que ellos te ayuden
a crecer y tener un futuro mejor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario