martes, 22 de noviembre de 2016

ULTRAMAN TOROMAN. DAY 3. SEGUIR LA LÍNEA

Y después de un segundo día al límite, llegó la hora de poder cumplir mi sueño de ser Ultraman, aunque tenía mucho camino por delante y una dura jornada en la que tenía que afrontar 84km, una doble maratón, y encima por la montaña.

Pero mi cabeza me decía que ya lo tenía y que todo dependía de mí, no podía ni debía pasar nada, lo tenía en mis piernas, pero sobretodo en mi cabeza y en mi corazón. Aunque al final aún se hizo una larga jornada.

Sorprendéntemente, para mí, el cuerpo se encontraba al 100%. La verdad es que la recuperación de los dos días anteriores fué perfecta. Claro que ya se encargaron de ella el míster Ruben Gadea con la bañera llena de hielo y las cremas de MADFORM. 

Pero llegó el momento. Y le tocó el momento a mi PolarV800, parece mentira pero la mayor parte del éxito de terminar el Ultraman fué de él. Lo primero que hice antes de comenzar fue configurarlo para que me guiara. La táctica la teníamos clara, la primera maratón era la más dura y la teníamos que intentar hacer en 5 horas, así nos reservábamos 7 horas por si pasaba algo en la segunda maratón.

Espectacular el PolarV800 para esto, muchas gracias Oscar por todo tu apoyo, esto fué gracias a tí. Y estos fueron los pasos a seguir con el PolarV800 para que posteriormente me guiara:

  1. Ir a la pantalla de Favoritos y seleccionar Ritmo de carrera.
  2. Ajustar objetivo de distancia a 84,2km.
  3. Ajustar objetivo de tiempo a 12 horas, 12:00:00.
  4. Ya él me dice Ritmo de carrera ajustado a 8:33min/km para 84,2km.
Y en este punto ya le das a comenzar el ejercicio y te sale la pantalla con el tiempo que vas por delante, o por detrás; el ritmo que debes llevar para llegar en tiempo; la distancia que te queda; el ritmo actual y las pulsaciones.

Todo apunto para comenzar, y en tres, dos, uno... Madre mía, como tenemos la cabeza para afrontar 84km después de todo lo que llevamos. Pero comenzamos con mucha ilusión de terminar la faena. Y que necesaria es la concentración. Ya desde el principio salimos todos charlando, pero cada cual a su ritmo, cada cual tiene el suyo y cuando antes estés en el tuyo mejor.

Así a los pocos kilómetros ya voy en mi mundo y en mi carrera, y excelentemente acompañado por Jose Severí que me acompañará con la btt durante todo el recorrido avituallándome y controlando toda la alimentación que me hiciera falta durante todo el recorrido.

El principio era fácil y lo cogimos a buen ritmo, pero la verdad es que era una zona que no me gustaba para como corro, una continua subida, en la que apenas subes, pero sobretodo con largas rectas por campos de algodón y con poco de paisaje para disfrutar. Pero como era el principio y la ilusión estaba a tope se hizo llevadera, encima el Polar me iba dando tiempo de margen muy rápido que luego podría utilizar cuando las cosas fueran peor.

En el km 15,5 ya nos encontramos en el primer avituallamiento y con Rubén, que iba con el coche a los puntos marcados por la organización. El ritmo que llevaba era el adecuado, pero todo era hacia arriba aunque no acumulabas metros positivos. Era una pendiente muy pequeña que sabía que me iba a desgastar mucho y que por el transcurso del día sabía que lo pagaría.

Comenzamos con muchas ganas después de Burguillos, y me encontraba genial. Al salir del pueblo había una subida muy larga y constante, pero mis piernas aún me permitieron subirla toda corriendo. Me encontraba muy bien y tenía que disfrutar del camino. En esta zona también nos adelantaban los participantes en la marcha con la bicicleta de montaña del Toroman, y la verdad es que se agradecía y mucho los ánimos; siempre te dan un plus. pronto nos adentramos en una Dehesa que por fin me hizo disfrutar del paisaje, pero era una zona más dura y ya comenzaba a exigirnos mucho más. La disfrute, incluso adelantando a participantes de la marcha de btt, pero sobretodo por un trocito en el cual estuvimos corriendo entre los toros, aunque no estaban cerca del todo.

Y sin darnos cuenta ya estábamos bajando hacia Castilblanco de los Arroyos, siguiente punto de control, ya con casi 30km en nuestras piernas, y donde comenzaríamos un camino de ida y vuelta a la Ermita de San Benito Abad.

Sobre el mapa pensaba que era más corto, pero pronto nos dijeron que teníamos 12km de ida y 12km de vuelta. Durante todo este tramo estaría acompañado también por Rubén, que vendría conmigo acompañándome. 

Lo comencé con ganas, pero pronto vi que mi cabeza se iba a bajo. Unas enormes rectas, ni subías, ni bajabas, pero siempre te estaba exigiendo, y encima un camino amplio, con muchíiiiisimos coches levantando polvo, y sin ninguna sombra. A partir de aquí sabía que iba a comenzar mi particular infierno. 

Pero lo mejor es que llegamos a la primera maratón con el tiempo que queríamos, sólo con unos 4 minutos por encima de las 5 horas, lo que me iba a permitir disponer de 7 horas para la segunda parte.

Pero hacía mucho calor, la llegada a la ermita fue terrible, pero la vuelta iba a ser más, sabiendo todo lo que me quedaba y con la cabeza baja. Fué una parte durísima, y fui tirando del reloj para saber como debía ir. Pero mi cuerpo en muchos momentos ya no quería, me pedía parar, me pedía descansar, ya lo tenía bien... Pero mi cabeza sabía que esto no terminaba aquí.

A mitad de camino de vuelta necesité parar un instante, necesitaba refrigerar mi cuerpo por el enorme calor, sentarme a la sombra, y sobretodo despejar mi mente para continuar.

Pero como todo tiene su fín, y con mucho esfuerzo, nos acercábamos otra vez a Castilblanco de los Arroyos, al que me acerqué comiéndome unos macarrones en papel de plata que me supieron a caviar. Y allí estaban mis hijos, mi mujer y mi madre. No podía esconder mi cansancio, pero en todo momento me dieron ánimos para seguir. Nos quedaban 30km, valla locura, pero el camino seguía y teníamos que llegar.

Y ahora venía de lo más bonito del recorrido y que tanto disfrute en sentido contrario dos días antes con la btt, el tramo del Camino de Santiago. Pero que va, mi cuerpo no estaba mal, pero mis piernas ya habían dicho basta. Ya no tenía zancada, ya no querían seguir, el calor estaba haciendo mucha mella en mis piernas... Pero cuando peor estás es cuando más cabeza tienes que tener. "Levántate y anda" dijo Lázaro, y eso hice; levantar mi cabeza, andar, caminar y correr. El V800 aún me decía que tenía más de 45 minutos de margen, por lo que en todo momento sabía que excepto sorpresa llegaba. Pero no sólo caminando iba a poder hacerlo, así que la penitencia continúo hasta el final.

Disfruté, y más sufrí esta zona del Camino de Santiago, pero más tarde que pronto llegué al siguiente punto de control donde volvía a estar mi familia y Rubén, este ya sería el último avituallamiento, pero aún estaría a más de 15km de cumplir mi objetivo.

Ya estaba roto, no podía más, pero no lo podía decir, solo yo se lo que estaba pasando... cuando tu cuerpo puede, pero tus piernas dicen basta es muy duro. Pero con las pilas cargadas volví a afrontar la parte final. Sabía que llegaba, por tanto decidí caminar 200m y correr 300m hasta meta. Fue un infierno sicológicamente, sobretodo cada vez que empiezas a correr, pero sabía que de esta forma llegaba en tiempo y no iba a sacrificar a mi cuerpo a una mayor tortura; de esta forma sabía que iba a acabar bien y que mi recuperación sería más pronto.

Que duro fue el final, y encima el Polar diciéndome que cada vez tenía menos margen. A falta de 6km pasamos por Álcala del Río. Valla paso más duro por la ciudad, y a la salida estaba Rubén preocupado por si nos quedábamos fuera. "Tranquilo Rubén, lo tengo todo controlado", y era la verdad, lo tenía controlado, pero el margen estaba bajando de los 20 minutos.

Así, seguí con mi táctica hasta meta. Faltaban pocos kilómetros y no veía la Rinconada, todo era preguntarle a Jose y me decía que estábamos llegando, yo veía el pueblo cada vez más lejos, tenía reservas dentro por si pasaba algo, pero castigaría al extremo mi cuerpo. Pero es que me estaba equivocando de pueblo y de pronto apareció en una larga recta delante de mí. 

Ya cayendo la noche y Rubén que venía de cara a buscarnos, ya estaba, ya lo tenía, faltaban minutos para llegar... terminamos el camino de tierra... terminamos un trocito de carretera y llegamos al pueblo. Ahí le dije a Rubén que ya no quería correr, sólo quería caminar y llegar, no quería dar una zancada más corriendo. Y Rubén como durante estos tres días me dijo que no me preocupara, que ya lo teníamos, que lo estábamos e íbamos a conseguir.

Y a 500 metros de meta ya no puede aguantar más. Intenté aguantar, pero lloré y lloré, y mucho. Había sufrido mucho, se que muchos estaban sufriendo por mí desde la distancia, mi familia me había apoyado al máximo, mis amigos, mi entrenador, mi nutricionista... y estaba consiguiendo un sueño de hacía muchos años y por el que había peleado mucho.

Pero no quería entrar a meta, no quería que acabara, esto había sido muy largo pero quería seguir dentro de lo que es un Ultraman. Pero allí estaban mis hijos y mi mujer para acompañarme en esa recta final, mi madre a un lado llorando y Rubén y Jose detrás de mi cuidándome y vigilándome como lo habían hecho durante estos tres intensos días.

No son momentos que se puedan describir con palabras. Cuando te has esforzado al máximo, cuando has intentado dar todo lo que tienes dentro, cuando te has sacrificado tanto durante meses.. sabiendo que nos has descuidado tu trabajo, pero que sobretodo no has dejado de lado a lo más importante en tu vida que es tu familia. 

Pero lo conseguí. Crucé la meta. Crucé una línea, pero más que de final, de punto y seguido. El Ultraman me ha marcado mucho, al igual que me marco el Camino de Santiago cuando lo hice hace muchos años. Mi flecha no finaliza aquí, mi flecha sigue el camino, que no se donde me llevará, ni se donde estará su fín. Pero mi vida seguirá su camino y intentaré transcurrir por él buscando cada día ser más feliz.

No me gusta el final, me gusta el camino, por eso cada vez me pongo más triste cuando se acaban las cosas. Pero lo que no acaba aún es mi vida y voy a seguir dando lo mejor de mí. 


martes, 8 de noviembre de 2016

ULTRAMAN TOROMAN. DAY 2. UN LARGO ESTRÉS.

Todo preparado para el segundo día del ultraman. En principio iba a ser un día más sencillo que el anterior, pero de todas formas nos teníamos que enfrentar a 7km de etapa neutralizada y luego empezábamos con los 285km  que nos tocaban con más de 4.100m positivos. Y lo que hace más difícil una kilometrada de estas es que tienes que ir siempre solo.

En principio no tenía muchas ganas de los 7km de más que teníamos al principio, pero la verdad es que vinieron genial para quitar los nervios y sobretodo para poder ir calentando motores, a la vez que comentando con los compañeros la etapa anterior como nos había ido.

Pero poco duró y muy pronto estábamos en Alcalá del Río para comenzar nuestra contrarreloj. La salida la efectuábamos a intervalos de 30 segundos y en orden inverso a la llegada del día anterior, por lo que yo salía el 6º por la cola, aunque se izo muy rápido el tiempo para salir.

Y como en la Vueta, el Giro o el Tour. Yo preparado, mi coche de equipo con Rubén y Jose, listo y ya...

Se podría pensar que comenzamos un día como este tomándonos las cosas con calma, pero esto esta muy lejos de la realidad. Desde la primera pedaleada ya estas muy concentrado en intentar ir todo lo rápido que puedes pero sin pasarte. 

Así, al comenzar ya me veo que las piernas van perfectas y que el cuerpo más, por tanto, la idea es seguir a un ritmo alto todo lo que pueda. Encima al poco ya comenzábamos a coger a algunos de los compañeros que habían salido por delante; cosa que también hicieron los de detrás conmigo.

La primera hora hasta Villanueva el Río y Minas fue perfecta, aunque sin darnos cuenta ya habíamos subido más de 300m en poco más de 31km que llevaba de media. Pero a partir de ahí vino el etapón que nos tenían preparado.

Toda la etapa fue un continuo sube sube, aquí no se bajaba nunca. No eran grandes puertos, al contrario, pero cuando estas más de 30km continuos subiendo sin descanso el cuerpo lo nota. Siempre lo he dicho y pensado, prefiero subir un puerto y bajar que no el estar continuamente subiendo al 3-4%, que parece poco de desnivel, pero cuando es durante tantos kilómetros de desgasta mucho.
Pero seguíamos avanzando perfectamente. Mi cuerpo estaba a tope, mis piernas también, y mi estómago que nos preocupaba mucho igual. Km a km seguimos avanzando, la verdad es que por preciosas carreteras y muchas de ellas con apenas tránsito; pero últimamente no cuento lo que me queda por kilómetros si no por tiempo, y aún estábamos a 7-8 horas de terminar y son las que tenía que estar encima de la bicicleta.

Y a mitad del día es cuando comienzan a llegar mis preocupaciones, vamos muy bien, estoy fuerte y me noto con energía, las pulsaciones están en su sitio... pero la media cada vez está bajando más y nos vamos acercando al límite de la media del tiempo de corte. Son estos momentos cuando te empiezas a estresar y los nervios empiezan a aflorar; pero es cuando más tranquilo tienes que estar sabiendo lo que te viene por delante, pero sobretodo sabiendo que no debes ni vas a fallar, que has entrenado mucho, que estas preparado, que esta siendo muy duro, pero que lo vas a conseguir.

Llegamos cerca del km200 y comienza una de las partes más duras del recorrido. En poco más de 26km tenemos que ascender cerca de 700m. Todas estas subidas se hacen interminables, y encima son las clásicas que cuando crees que estas arriba van a seguir subiendo. Pocas horas nos quedan por delante y el PolarV800 me dice que nos tenemos que espabilar. Los últimos 30km serán más favorables, pero si tenemos algún percance no vamos a llegar. Así que tocó seguir a tope como todo el día, pero ahora con mucho más estrés.

Km245 comenzamos el último puerto del día. Madre mía a estas alturas afrontar las rampas del 10 al 12%; y encima pensar que en la bajada no podíamos relajar, si no que teníamos que ir a tope. En algún momento de la subida al puerto estábamos por encima del tiempo de corte, por lo que podíamos quedar fuera. Pero con mucha cabeza subimos hasta arriba y reposté por última vez, hasta meta nos quedaban 36km pero ya no nos podíamos permitir ninguna parada por mínima que fuera.

Así pues, afrontamos este tramo todo lo rápido que pudimos. En un punto le dije a Rubén, que no fueran ya nunca por delante de mí, que estuvieran siempre por detrás; si pasaba algo no íbamos a tener tiempo de reacción y teníamos que encontrar la solución si la hubiera rápido. No os podéis ni imaginar el estrés que puedes llegar a acumular en un momento de estos, en el cual ves que todo lo que has estado luchando durante años esté pendiente de un hilo. Y los pensamientos negativos te pasan por la cabeza, pero solo pueden hacer eso, pasar, porque hay que tirar con toda el alma hacia adelante para conseguir llegar.

Los últimos 20km fueron agónicos. Se estaba haciendo de noche, sin luces; y menos mal que otro compañero iba cerca. Menudo trabajo hizo su padre y su equipo de apoyo, adelantándose para indicarnos en todos los cruces la dirección que teníamos que tomar. No teníamos tiempo para el error, no nos podíamos permitir ningún fallo o estábamos fuera.

Estábamos llegando a Alcalá del Río, donde habíamos comenzado más de 11 horas antes, pero el final no estaba aquí, aún teníamos que seguir hasta San José de la Rinconada y llegar al parque de Las Graveras, donde estaba la deseada línea final. Ya no estaba el sol y solo quedaba la luz de la luna. Muy peligroso el final pero no podíamos parar por nada. Rubén y Jose se pusieron con el coche detrás de mí para darme seguridad, para protegerme, para que no me pasara nada... pero yo no me podía relajar el más mínimo segundo.

Pero finalmente llegamos, no pude parar, ellos con el coche a tope detrás de mí... me giré desde encima de la bici para decirle a Ruben que él lo había conseguido, le señalé como el responsable de que superáramos este durísimo día. Me emocioné mucho por lograrlo. Fue muy duro y solo 13 participantes llegamos dentro del corte, el resto todos quedaron fuera de tiempo. Yo había sido el 11, pero lo realmente importante es que mi sueño de ser ultraman continuaba.

Al pasar la línea de meta en nada ya estaba allí Ruben y Jose, nos abrazamos con mucha euforia por que sabíamos que estábamos dentro y que "sólo" nos quedaba un día. Y allí, como no, mi madre, mi mujer y mis peques, con muchísimas ganas de ver a su padre, pero las mismas que tenía yo de verles a ellos.

Pero no había tiempo para disfrutar ni relajarse, rápido al hotel, otra vez bañera con hielo, con el mayor de mis hijos tirándome hielo por todos los sítios; y masaje con la crema de Doble Potencia de MADFORM, a cenar y a intentar descansar.

Mucho estrés y todo el día a tope, pero el cuerpo y las piernas acabaron muy bien; el desgaste parecía que mi cuerpo no lo estaba notando demasiado, por lo que para el día siguiente había que terminar la faena.