miércoles, 28 de octubre de 2015

LISBOA VALENCIA. DAY 3. ENCERRADO Y VACÍO

Domingo, hoy vamos a llegar a Valencia. El sábado fue muy muy duro, pero me levanto con muchas ganas para poder llegar a Valencia al mediodía. Nos quedan 240 kilómetros por delante para haber conseguido nuestro reto de unir Lisboa con Valencia. 

Y hoy va a ser un día grande. Después de tres días voy a poder ver a mis hijos y a mi mujer, cuantas ganas. Pero también por poder ver a África. Durante los tres días ha estado en mi cabeza, y en los malos momentos, para seguir, solo me ha faltado el pensar en ella para saber que tenía que seguir.

Pero empezamos mal el día, y pudo acabar aún peor.

A las 3:30h de la mañana ya no podía dormir, le digo a David que a las 4:00h estamos apunto y comenzamos nuestro camino hacia Valencia. Tomamos la decisión de salir sin desayunar y parar en Albacete. Sólo eran 30km y eran con un falso llano descendente, así que en bastante menos de 1h estaríamos allí y cogeríamos fuerzas para el camino a casa. Pero valla error cometimos.

Aunque el primer error fue que nos quedamos encerrados en el Hostal. Ya el día anterior el propietario nos dijo que hasta las 5:00h no abriría, pero lo que no nos pensamos es que nos encerraría allí dentro con llave. Si hubiera pasado algo durante la noche nos quedamos allí dentro y no salimos, espectacular. 

Pero me puse muy nervioso. Estaba con ganas, tenía ansiedad por salir de allí y ponerme a pedalear; y encima este tiempo lo tendríamos que recuperar luego. Valla calor hacía allí dentro, y esperando y impacientándome. No me lo podía creer.

Y efectivamente, a las 5:00h nos abrió la puerta, pero ya habíamos perdido un valioso tiempo. Pero lo preparamos todo y sin dilación partimos. Pero el infierno del día anterior continuó. No me podía creer que a estas horas de la mañana ya hiciera esta calor, pero sobretodo ese aire en contra. Una larguísima recta, ligerísimo descenso y no podía pasar de 22-23 km/h. 

Toda la ilusión se me vino abajo, pero tenía que estar a mediodía en Algemesí para ver a África e iba a darlo todo para hacerlo. Sufrí mucho hasta Albacete, y eso que a partir de allí me quedarían aún 210km hasta Valencia. Y en Albacete me dí cuenta del error que había hecho en no comer nada antes de salir. Llegué con hambre, pero encima mi cuerpo no tenía ganas de tomar nada sólido. No podía comer. Y a partir de aquí, y después de 2 días durísimos, a ver como llegábamos a Valencia, 210km, sin poder comer nada.

Y valla terreno por el que seguimos, larguísimas rectas en pequeño ascenso o descenso en dirección a Ayora. Pero con el aire en contra. Era terrible. Y encima mi primo David estaba preocupadísimo por que no estaba comiendo. Pero yo me encontraba muy bien de fuerzas, sabía que me iba a consumir, pero sabía que tenía bastante energía para llegar.

Antes de llegar a la Comunidad Valenciana, por fin me pasaron los dos primeros ciclistas desde que salí de Lisboa, solo había visto a dos en sentido contrario en más de 700km. Me cogí con ellos a rueda y llegué hasta el pueblo de Alatoz. Allí David me obligo a comer. Estaba muy preocupado. Pero que va. Pegué un bocado de sándwich para que me viera comer algo, pero a los 50 metros de coger la bicicleta lo tiré todo. Era imposible. Pero al menos la hidratación la estaba llevando bien, aunque con el calor muchas veces no se podía ni beber. 

Aquí intentamos cambiar de táctica, e intentar al menos tomar algún gel. Le dije a David que me los pusiera en el bidón del agua. Pero era imposible, a cada trago tenia ganas de tirar todo lo poco que llevaba dentro.  

Pero en poco llegamos a la Comunidad Valenciana. Íbamos fatal de tiempo, pero ya era cuestión de horas. Y valla cambio al entrar en Valencia. Por fin una zona boscosa, con arboles, con sombras, con algo que ver en el paisaje. Y por fin compañía. Los 10 últimos kilómetros antes de llegar a Ayora los pude disfrutar con tres compañeros ciclistas con los cuales pude compartir unas palabras, comentando y contándoles toda mi experiencia que venía haciendo durante los dos últimos días. Y valla si me ayudaron, sobretodo a despejar mi mente durante un rato.

Pero después de Ayora venía el puerto duro del día. El puerto del Peregrí de 14,5km creía que se iba a hacer eterno. Pero que va, después de descansar un poco en Ayora lo subí como nunca. Un ritmo espectacular y con muchísimas ganas de disfrutar de él. Y encima cuando llegué arriba me encontré la sorpresa de encontrar a mi amigo y compañero Óscar. Uf, indescriptible el poder ver a un amigo que estaba sacrificando su tiempo para poder compartir el mío en esta experiencia tan dura. Y para mejorar esto ya tenía a mi hermano Jordi esperándome en Enguera para darme el último empujón.

Íbamos muy mal de tiempo, pero Óscar me llevó como una moto hacia Enguera. Aunque en este tramo lo pase verdaderamente mal. Me daban continuamente arcadas, continuamente ganas de vomitar, no tenía bastante aire... y mi única preocupación era la de concentrarme en respirar. Valla momentos más malos. Seguro que me harán más fuertes para mi futuro, pero fueron terribles.

Pronto llegamos a Enguera y me encontré a mi hermano, a mi cuñada y a mi sobrina. Que ilusión, ver la cara de satisfacción y de emoción que tenían. Pero pudimos descansar poco y seguir que estábamos muy retrasados sobre el horario que queríamos. Óscar saco todo lo que tenía de mi en los anteriores, pero sobretodo en los kilómetros posteriores. Me llevó del gancho todo el camino hasta Alberic, pero siempre le agradeceré el acompañarme y ayudarme en esos momentos en los que estaba pasándolo tan mal. 

De aquí a Algmesí me quedaban poco más de 10km. Pero el calor era terrible. Al menos iba a pasar por mi pueblo y aquí seguro tendría otro subidón que me daría energía para llegar hasta el final del reto, aunque el resumen de esta parte es la foto con Raul Esteve. Que grande eres Raul, muchas gracias, no sabes en esos momentos cuanta energía necesitas y cuanta me distes, GRACIAS.

Y ya llegaba a Algemesí. Sin palabras. La piel de gallina. Lo primero de todo ver a mis hijos corriendo hacia mi. No se quien tenía más ganas de ver a quien. Pero sobretodo ver a toda la gente que vino a estar conmigo y con África. Las caras de satisfacción eran muy generosas, aquí me dí cuenta de que habían puesto muchas ilusiones en mi, sobretodo yo, y que las estaba cumpliendo.

Gracias a Pere Blanco, teniente de Alcalde de Algemesí por venir a recibirme, a todos mis familiares y amigos, y a los familiares y vecinos de África. Pero también la sorpresa de poder ver y conocer a Sergio. Sergio, que reside en Puertollano, vino desde Gandía, donde estaba con sus padres de vacaciones, para estar conmigo.

Estos niños me roban parte de mi corazón, me quitan parte de mi alma. Pero me dan más ellos a mí que yo a ellos.

Pero aquí no acaba el viaje. El viaje siguió hasta Valencia. Me quede con la sensación de que este tramo ya no tenía ganas de realizarlo. Volvía a estar solo después de haber estado con todos los míos, y era una sensación horrible.

La soledad es lo peor que podrá haber en esta vida, la sufrí mucho durante este reto, pero recuperar la compañía y volver a estar solo es lo peor que hay.

Mi cuerpo al límite, 11h sin comer nada sólido, 240km después, pero con mucha alegría y satisfacción, llegué a Valencia. 

Otro reto conseguido, otro sueño cumplido. Pero lo que nunca se me olvidará es el abrazo con mi primo David. Perdoname, te hice sufrir mucho, te preocupaste mucho por mí, pero todo lo que me cuidaste durante estos tres días solo lo puedo saber yo. Yo fui la cara visible del reto, pero David fue también parte del alma, si él hubiera sido imposible. David estuvo en mis piernas durante los cerca de 950km que estuve pedaleando, estuvo guiándome y estuvo sobretodo compartiendo una aventura a pedales.








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