Pero todo cambia cuando te diagnostican una de las lacras de nuestros tiempos, el cáncer.
Siempre he pensado mucho en lo pobres que eran los que estaban pasando esta enfermedad, lo mal que lo estarían pasando y el sufrimiento que todo esto les conllevaría.
Pero este último año me han enseñado que también se puede vivir con el cáncer. Mi hermano mayor ha estado más de un año junto a él, conviviendo cada día con esta enfermedad.
Pero en ningún momento lo he visto como un enfermo. Supongo que la procesión iría por dentro, pero nunca se ha hecho la víctima. A continuado viviendo como si nada y sin renunciar a nada en la vida. Esta claro que se ha tenido que cuidar más, pero su entereza y su ilusión por seguir igual han hecho lo superara.
Unos meses difíciles para mi hermano y mis padres, y esta claro que para toda la familia, pero ha sido como una enfermedad más.
Todo ello me da una lección para mi vida, como muchas de las que he aprendido de mis hermanos. Hay que darle la importancia que tengan a las cosas, pero sin darle más de la necesaria.
Hay que luchar contra el cáncer, pero con las armas contrarias a las de él. El cáncer quiere que nos desanimemos, que suframos, que nos rindamos que nos humillemos ante él. Pero hay que hacer lo contrario, animarse, luchar, y vivir.
Todos llegaremos hasta el final, y por desgracia a muchos les llevará el cáncer. Pero muchos otros no tendrán este final y lo vencerán.
El futuro no lo tenemos marcado, nosotros podemos decidirlo día a día, aunque lo único cierto es que al final hay un punto en el cual se terminara nuestra historia.
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