miércoles, 16 de septiembre de 2015

LA DELGADA LÍNEA... IMAGINARIA


Pues aquí voy a comenzar, dos meses después, lo que fue la aventura de cruzar toda la península, de oeste a este con solo la ayuda de mi cuerpo y mi bicicleta. Un viaje que me hizo pensar, sobretodo los dos primeros días; pero que sobretodo me ayudó a conseguir otro de mis sueños y ayudar a conseguir algo para que unos niños en un futuro puedan también soñar en vivir.

Todo comenzó el jueves 2 de julio a las 3:00h, cuando muy acertadamente mi primo David, que me acompañaría durante todo el reto, decidió que saliéramos en coche hasta Lisboa. La verdad que fue un acierto el madrugón, ya que hacia las 14:00h ya habíamos recorrido los cerca de 1.000km que nos separaban por la mañana de la capital portuguesa.

Pero el viaje lo hicimos por parte de las carreteras que los tres días siguientes me guiarían hacia casa. Y valla sorpresa, vimos que todo iba a ser mucho más difícil de lo que pensaba, y encima el viento estaba cambiando al de principios de semana y lo tendríamos en contra casi 700 km de los casi 1.000 km que teníamos que recorrer.

Pero una vez llegados a Lisboa, y la mañana siguiente, pasó por mi cabeza una línea. Una línea que no vi, pero que separaba una misma cosa en dos mundos diferentes.

TORRE DE BELEM (LISBOA)
Ya en Lisboa nos dimos cuenta que la crisis ha afectado mucho más en Portugal que en España. El parque automovilístico era mucho mucho más viejo que el nuestro, la policía iba en coches de muchos años de antigüedad, los negocios parecían los nuestros hace 20 años; y por no hablar de la conservación de la ciudad y sus edificios. Pero esto no fue nada en comparación con lo que vi en mi camino entre Lisboa y Badajoz la mañana siguiente.

Los pueblos por esta zona de Portugal son todos muy pequeños, y en ellos veías toda la maquinaria que quedaba almacenada de la época de bonanza. Pero estaba muy oxidada, Mucho más de la que podemos encontrar aquí en España. Y lo que me llamó más la atención fue que todas las casas eran pequeñas, con falta de reformas; pero sobretodo todas con animales de granja y un pequeño huerto alrededor. Pero se notaba que no era por gusto, se veía que era para poder comer. Me pareció una zona muy pobre, sin apenas infraestructuras y como si estuviera aún en el siglo XX.

Y al entrar a España por la ciudad de Badajoz te da la impresión que estás en otro mundo. Centros comerciales, un grandísimo hospital, avenidas muy grandes y todo muy cuidado. Pero sobretodo muchos coches, muchos vehículos que no ves en la parte de Portugal.

Y la verdad es que no se como pasé de un lado al otro. Una línea, una frontera, algo que no existe en la naturaleza a hecho que en una parte de la península se viva mal, pero en la otra mucho peor.

A partir de aquel día entiendo menos las fronteras, las divisiones, las verjas, las alambradas. Me pareció muy triste que si somos todos iguales por que hay tantas diferencias. Y estamos hablando de dos países del "primer mundo". No entiendo por que unos tenemos que tener tanto y otros tan poco. Pero aún más no entiendo que seamos tan egoístas de no ayudar a las personas que necesitan de nuestra ayuda.

PRAÇA DO COMÉRCIO
Encima me faltaba ver lo de estas semanas, como dejamos morir a la gente, ya sean niños o mayores. Nos alarmamos pero realmente nos da igual. Lo que queremos es que no nos toquen lo nuestro. Pero como no va a quererlo quien no tiene nada.

Creo en la diversidad, pero más aún creo en la igualdad. 

Cada vez entiendo menos este mundo en el que vivimos. Creo en la diversidad, pero más aún creo en la igualdad. Todos no somos iguales, pero me gustaría que alguien me dijera en que nos diferenciamos.

Este reto me dejo sin entender unas líneas, unas líneas que encima no existen, unas líneas que nos hacen peores personas, que nos hacen peores seres humanos; pero sobretodo unas líneas que permitimos y muchas veces pedimos.

Me gustaría que todos nos pusiéramos en la piel y en la cabeza de alguien que quiere cruzar una línea para poder simplemente vivir. Que pena me doy a mi mismo, y que pena de sociedad en la que vivimos. 

Al final somos unos esclavos del dinero, 
por eso él manda de nosotros 
y no nosotros mandamos de él. 

continuará...



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